Centinelas forestales
El acechante cambio climático ha convertido nuestras áreas rurales en auténticos polvorines. La sequía, las intensas olas de calor y la desertificación que azota la península Ibérica, son el caldo de cultivo idóneo para que se desaten grandes incendios forestales. Una nueva generación de fuegos de magnitudes desconocidas que han puesto en jaque tanto a los servicios de extinción de incendios como a los gobiernos autonómicos y central. 2022 ha sido el año más devastador del siglo XXI, con más de 293.155 hectáreas arrasadas por las llamas. Una cifra que pone en evidencia las ineficaces y escasas políticas preventivas implantadas hasta la fecha, así como la necesidad de implementar y destinar mayores recursos tanto al medioambiente como a todos aquellos que heroicamente arriesgan su vida para mantener nuestro entorno libre de llamas y ceniza.